Octubre 22: Beata Josefina Leroux.

Josefina Leroux nació en Cambrai, Francia, el 23 de enero de 1747, fue santamente educada por padres buenos y religiosos.

El 10 de mayo de 1779, a los veintidós años abandonó la casa paterna y fue recibida entre las hijas de Santa Clara en el monasterio de las clarisas de Valencennes. Al año siguiente emitió los votos. Su hermana María Escolástica, en cambio, entró a las religiosas ursulinas de la misma ciudad.

En la paz silenciosa del claustro Josefina se ocupó en servir al Señor con creciente amor, fidelidad y perfecta alegría franciscana. Pero bien pronto en la pobre tierra de Francia debía desencadenarse furibundo el huracán de la revolución. Millares de víctimas fueron puestas en prisión y sacrificadas. Los tribunales revolucionarios solamente interrogaban a los acusados, quitándoles toda posibilidad de defenderse. Sin interpelar testigos los condenaban a muerte con fútiles pretextos.

El torrente devastador pasó con violencia también a Valencennes segando inocentes víctimas: diez hermanas ursulinas y la clarisa Beata Josefina Leroux. En 1791 fueron expulsadas de su monasterio las monjas clarisas, Josefina fue hospedada por sus parientes en Cambrai. Las hermanas uruslinas con el deseo ardiente de continuar su vida religiosa, pasaron la frontera y se unieron a sus hermanas de Mous. Este exilio duró del 17 de septiembre de 1792 al 1 de noviembre de 1793, cuando las hermanas ursulinas pudieron regresar a su convento. Josefina, viendo que no le era posible regresar a su convento, deseosa de volver a la vida de comunidad, pidió ser acogida entre las hermanas ursulinas junto a su hermana sor Escolástica. El gozo de la recuperación de la vida conventual fue breve. Valencennes recayó en manos de los franceses y el huracán asoló todo.

La noche entre el 2 y el 3 de septiembre los emisarios revolucionarios, recorriendo la ciudad arrestaron a Josefina que se distinguió por una gran tranquilidad de ánimo que jamás abandonó. Al comisario le dijo que no había necesidad de tanta gente para apoderarse de una pobre mujer.

Esa misma noche junto con su hermana María Escolástica fue recluida en la prisión, allí esperaron el momento solemne. El 23 de octubre de 1794 subieron al patíbulo recitando el “Te Deum” y las Letanías de la Virgen. En el cadalso tuvieron palabras de agradecimiento para los mismos verdugos a los cuales inclusive les besaron las manos. La Beata Josefina Leroux y diez hermanas ursulinas fueron asesinadas por odio a la fe, a la Iglesia y a la religión de Cristo. Cuando fue guillotinada tenía 47 años.