Septiembre 2: Beato Apolinar de Posat. Sacerdote y mártir de la Primera Orden

Apolinar Morel nació el 12 de junio de 1739 en Prez•vers•Noréaz, cerca de Friburgo, de padres suizos, oriundos de Posat; en el bautismo fue llamado Juan Jacobo.

Pasó su primera juventud en el colegio de los jesuitas, fundado por San Pedro Canisio en Friburgo, distinguiéndose por su inteligencia, aprovechamiento en los estudios y fervor religioso. A los 23 años entró en el noviciado de los Hermanos Menores Capuchinos de Zug y fue ordenado sacerdote en 1764.

Se dedicó con celo a las misiones populares. Sus virtudes y en particular su rectitud de intención en las actividades pastorales, las instrucciones catequéticas y la confesiones, brilló mayormente en la dolorosa prueba que le fue causada por calumnias e incomprensiones de algunos malévolos.

Enseñó filosofía y teología, fue superior en algunos conventos y prefecto en el gimnasio de Stans. Al presentarse la ocasión propicia, pidió permiso para ir como misionero al Oriente, pero antes de ir al nuevo campo de trabajo debía ir a París para estudiar las lenguas orientales en la escuela abierta para esta finalidad.

En la capital francesa mientras se prodigaba en la asistencia espiritual de los muchos alemanes que vivían allí, fue acusado ante los superiores y sus conacionales de haber suscrito el juramento impuesto al clero por la Asamblea Nacional. Apolinar se defendió por escrito en los diarios en 1791. No contento con esto, y deseoso de disipar todo equívoco, se presentó a los comisarios de la revolución y declaró que no había suscrito el juramento y que tenía la intención de permanecer fiel a la Iglesia católica y a la Santa Sede.

Arrestado, fue conducido al convento de los carmelitas transformado en cárcel, donde se encontraban obispos y sacerdotes condenados a muerte. Durante los días de la prisión, Apolinar se convirtió en el animador de una espera gozosa, en coherencia con sus sentimientos expresados en la carta a un superior suyo: “Como hombre, tiemblo, como religioso me alegro, como pastor estoy exultante! Abrazo a todos mis enemigos, les perdono y los amo como mis más grandes bienhechores.

Pronto Francia, impregnada en la sangre de tantos mártires, verá florecer de nuevo en su suelo la religión”. Tuvo el honor del martirio el 2 de septiembre de 1792, junto con otros 180 compañeros en la cárcel de los Carmelitas, asesinado bárbaramente por sicarios. Tenía 53 años de edad. Pío XI, al proponer a la veneración la gloriosa “masa purpúrea”, el 27 de octubre de 1926, inscribió a Apolinar entre los Beatos Mártires.