Septiembre 26: mártires de Valencia Beato Modesto de Albocácer

El 18 de enero de 1880 nació en Albocácer (Castellón) Modesto García Martí. Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento en la iglesia parroquial. Era el tercero de los siete hijos que nacieron en el cristiano hogar formado por Francisco García y Joaquina Martí. Miguel, el hermano anterior a él, fue sacerdote de la diócesis de Tortosa y compañero en el martirio, y Encarnación fue religiosa en las capuchinas de Castellón. Todos los hijos recibieron de sus padres, junto con la fe, el amor a la Virgen María y a san Francisco de Asís.

Sintiendo la llamada de Dios ingresó en el Seminario Seráfico de la Magdalena de Masamagrell (Valencia). Allí comenzó más tarde el noviciado el 1 de enero de 1896, emitiendo la profesión simple el 3 de enero del año siguiente. Fue compañero suyo de noviciado su paisano Joaquín, igualmente mártir. Ambos emitieron la profesión solemne en Totana el 6 de enero de 1900, y fueron ordenados sacerdotes el 19 de diciembre de 1903. Cursó los estudios de filosofía en Orihuela, y la teología moral en Masamagrell. Fue destinado a la Custodia de Bogotá en 1913, donde desempeñó los cargos de consejero y superior de la casa de Bogotá. Al regresar a España fue nombrado guardián de Castellón en 1926 y en 1929, y del convento noviciado de Ollería en 1935.

Su ministerio sacerdotal consistió sobre todo en la atención al confesonario, la predicación al pueblo y en la dirección de tandas de ejercicios espirituales, siendo muy apreciado por los sacerdotes que asistían a los mismos. Como superior se distinguió por la prudencia en el desempeño de su cargo y la caridad en el trato con los demás. De carácter afable y bondadoso, se preocupó también de buscar vocaciones para la Orden.

Al ser disuelta la comunidad de Ollería, de la que era guardián, marchó con sus familiares. Al llegar a casa de Teresa, su hermana mayor, encontró a su hermano Miguel, párroco de Torreembesora. Los dos hermanos se prepararon para acoger la voluntad de Dios sobre ellos, animándose mutuamente. Sabiendo que los sacerdotes de la parroquia habían sido expulsados sin que pudieran consumir el Santísimo Sacramento, hicieron lo posible para que alguien fuera a recogerlo. Finalmente, pudo entrar en la iglesia la mujer del alcalde, que recogió las formas consagradas que habían sido profanadas arrojándolas al suelo, y las llevó a casa de los hermanos García. Era el 8 de agosto. Aquella noche organizaron turnos de vela y adoración, y al amanecer del día siguiente recibieron la comunión, que a los dos hermanos les sirvió de preparación para el martirio. Pocas horas después se presentaron unos milicianos en casa, preguntando por el cura y el fraile, y les convencieron de que les convenía salir del pueblo para buscar un refugio más seguro. Así lo hicieron aquella misma noche, y llegaron a la finca llamada “La Masá”, donde fueron acogidos y atendidos. Pasaron después a otra finca, donde estuvieron durante dos días, y después regresaron de nuevo a “La Masá”. El día 13 de agosto, a primeras horas de la tarde, se presentaron unos milicianos preguntando a los de la masía por el fraile y el cura que tenían escondidos. Éstos se entregaron mansa y humildemente y sin protesta alguna. Se despidieron de la dueña de la casa suplicándole que comunicara a su hermana Teresa lo sucedido y que aplicaran misas por ellos, prometiéndole rogar al Señor por todos ellos. Los milicianos les ordenaron con malos modos que caminaran delante de ellos. Aproximadamente después de un cuarto de hora, al llegar a un lugar solitario, los acribillaron a tiros por la espalda. Al día siguiente los llevaron en un carro al cementerio de Albocácer, donde los enterraron en una fosa junto con mosén Vicente Meliá, vicario de la parroquia y primo suyo. Al exhumar los restos de los tres mártires se encontró en el cráneo del P. Modesto un grueso clavo. Los dos hermanos y su primo fueron hallados dignos de sellar con su sangre el sacerdocio que habían recibido.