Octubre 20: Beato Contardo Ferrini.

Contardo Ferrini, llamado “astro de santidad y de ciencia”, nació en Milán el 5 de abril de 1859 hijo de Rinaldo y Luisa Buccellati.

Educado cristianamente sobre todo por su padre, de quien recibió el influjo, sintió crecer en sí el deseo de amar sólo al Señor, en virginal consagración, y le correspondió con una vida interior alimentada de meditación, oración, comunión frecuente. Consagrado a los estudios hizo grandes progresos consiguiendo la licencia liceal en 1876 y mostrándose maduro como estudiante y coherente como cristiano, se inscribió en la facultad de jurisprudencia en la célebre universidad de Pavía.

También en el nuevo ambiente mantuvo su intensa vida de piedad. El apelativo que comúnmente le daban era de “San Luis”, para indicar su temple. Delicado y cortés, amaba la poesía en la contemplación del gran libro de la naturaleza, escalando las alturas como valiente alpinista. Su mayor ascensión fue sin embargo en el campo espiritual, presentándose como modelo de laico católico en la profunda preparación y competencia profesional. En 1880, a los veintiún años, se laureó en derecho penal.

El jurado calificador descubrió en él una vocación científica, el estudio del derecho antiguo y bizantino. Obtenida una beca de estudio, fue a perfeccionarse en la universidad de Berlín, donde cultivó firmes amistades con estudiantes católicos alemanes.

En 1883 tomó la libre docencia en derecho romano y comenzaba la enseñanza en la universidad de Pavía. En la cátedra tenía toda la seriedad del estudioso unida a la pasión del docente: se impuso a la admiración de sus colegas y discípulos por la lucidez y claridad de sus exposiciones, su elocución noble y fluida, su simplicidad sonriente y garbosa. Profesor en la universidad de Mesina en 1887 y en la universidad de Modena en 1890, regresó a Pavía en 1894 y enseñó allí hasta su muerte, residiendo con sus padres en Milán. Consagrado en celibato cristiano, se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco y en el franciscanismo aprendió y perfeccionó su seráfica espiritualidad.

Al compromiso de la cátedra Contardo unió una intensa producción científica: sus escritos ascienden a más de 200. Se conservan de él elevadas páginas ascéticas. Además tomó parte en las actividades caritativas de las conferencias de San Vicente. Durante un período de verano en Suna sobre el Lago Mayor, fue atacado por un violento tifus y el 17 de octubre de 1902 entregó serenamente su alma a Dios. Tenía 43 años. Fue beatificado por Pío XII el 13 de abril de 1947. La universidad católica del Sagrado Corazón de Milán, que él había mirado y auspiciado con predilección, lo acogió como su modelo y guía, y conserva y venera sus restos.