FEBRERO 19: San Conrado de Piacenza

Ermitaño de la Tercera Orden Franciscana (1290-1351). Urbano VIII aprobó su culto como Santo el 12 de septiembre de 1625.

Conrado nació en Piacenza, al sur de Milán, hacia el año 1290, de la noble familia de los Confalonieri. De joven fue amante de la vida mundana, ejerció el oficio de las armas y su afición preferida era la caza. Contrajo matrimonio con una dama de su misma clase y condición, llamada Eufrosina de Lodi. En una cacería ordenó a sus criados que prendieran fuego al matorral donde se habían escondido las piezas. El fuego se extendió sin que pudieran controlarlo, y arrasó campos y casas. Conrado y su comitiva volvieron sigilosamente a la ciudad, sin que nadie les viera. La autoridad tuvo que tomar cartas en el asunto, temiendo el enfrentamiento entre güelfos y gibelinos, y resultó acusado un hombre pobre, a quien encontraron por el lugar del incendio; sometido a tortura, se confesó culpable y fue condenado a muerte, pues no podía resarcir a los damnificados. La condena de un inocente en su lugar hizo reflexionar a Conrado. Se presentó ante el gobernador de Piacenza, Galeazzo Visconti, se declaró culpable de lo sucedido por su imprudencia y tuvo que satisfacer con todos sus bienes los daños causados. Él y su mujer quedaron en la miseria.

Conrado y Eufrosina acertaron a ver la mano de Dios en todo lo sucedido y, tras larga y profunda reflexión, decidieron consagrarse al Señor. Ella entró en el monasterio de clarisas de Piacenza, donde profesó y pasó el resto de su vida, y él emprendió una larga peregrinación por los santuarios en busca del lugar adecuado para vivir como ermitaño, dedicado a la penitencia y oración. En Calendasco vistió el hábito de la Tercera Orden de San Francisco el año 1315. Visitó Roma, marchó a Malta, donde aún se conserva la Gruta de San Conrado, y de allí se trasladó a Sicilia, pasó por Palazzolo y llegó a Noto Antica, al sur de Siracusa, entre 1331 y 1335. Aquí, al principio se dedicó a cuidar a los enfermos del Hospital de San Martín, pero crecía su fama de santidad y aumentaba el número de fieles que acudían a él, por lo que decidió retirarse a un eremitorio cercano a Noto, donde se encontró con otro ermitaño terciario franciscano, el beato Guillermo Buccheri de Scicli (1309-1404; cf. 4 de abril). Y allí, en la soledad de la Grotta dei Pizzoni, cerca de Noto, pasó el resto de sus años consagrado a la oración y a la penitencia, implorando de Dios la conversión de los hombres de peor vida, la liberación de desastres naturales, la curación de multitud de enfermos que acudían a él de toda la contornada; y el Señor atendía sus oraciones realizando incluso muchos y clamorosos milagros. Hacia el final de su vida recibió en su retiro la visita del Obispo de Siracusa.

Conrado murió en Noto, concretamente en la Grotta dei Pizzoni, mientras estaba entregado a la oración, el 19 de febrero de 1351. Fue enterrado en la ciudad, en la iglesia de San Nicolás, hay catedral de la diócesis, y más tarde guardaron sus restos en una urna de plata. Casi de inmediato se incoó su proceso de beatificación, que concluyó mucho después por circunstancias de la vida de la iglesia y de la política, con la aprobación de los papas León X, Pablo III y Urbano VIII. Este último lo canonizó el 12 de septiembre de 1625 y concedió a la Orden franciscana celebrar su misa y oficio. Es patrono, junto con san Nicolás, de la ciudad y diócesis de Noto, y se le invoca particularmente para la curación de las hernias. En el arte se le suele representar como ermitaño franciscano, con una cruz a los pies y su figura rodeada de pajarillos; también, como un anciano con barba larga, los pies desnudos, un bastón en las manos y un manto largo sobre las espaldas; a veces se añade un perro, aludiendo al incidente de caza que cambió la vida del santo.